15/12/13

PREGUNTAS FRECUENTES (5ª PARTE)

 “Mi familia no me entiende, ¿qué puedo hacer?” 

Es normal que no entiendan lo que te está pasando, a veces ni tú mismo lo 
entiendes y eres quien vive la Fibromialgia en primera persona. Los 
altibajos, que forman parte del trastorno, desesperan a cualquiera “ayer 
parecía bien, y hoy está otra vez peor”. Por eso es muy importante que los 
familiares más directos: cónyuge, hijos, padres, etc., estén bien informados 
del trastorno, acompañen al afectado a sus revisiones médicas y lean toda la 
información relacionada con el tema. 

A veces la familia adopta una actitud de “no es tan grave”, tratando de 
quitarle importancia al asunto. Hay que tener mucho cuidado porque en las 
fases iniciales o en los brotes más fuertes de dolor eso podría añadir más 
frustración y malestar al paciente aumentando sus síntomas depresivos. Es 
importante que la familiar aprenda a ajustar sus consejos a la fase en que se 
encuentre el afectado: en algunos momentos “es mucho más grave de lo que 
imaginamos” y solo necesita un poco de comprensión y cariño, y sin 
embargo en otros momentos (que se encuentra mejor) debemos proponer 
actividades y reforzar sus avances. 

“Si nos preguntan como estamos es mejor quejarnos o decir que estamos 
bien?” 

Las quejas son una expresión del dolor. Es una conducta social que tiene 
como misión informar al otro de que estamos mal. Pero cuando el dolor es 
crónico las quejas se convierten en algo perjudicial para el afectado ya que 
por un lado atendemos más al dolor (aumentándolo) y por otro tenemos 
problemas en nuestra relaciones sociales y/o familiares (los demás se cansan 
y se apartan). 
De esta manera podemos encontrar dos tipos de pacientes con fibromialgia: 
los que se quejan continuamente y los que no se quejan nunca. Ambos 
extremos aumentan el dolor y perjudican nuestras relaciones sociales. La 
clave estaría en saber elegir con quien desahogar nuestro malestar, 
expresando nuestros deseos y necesidades de una manera más asertiva 
(adecuada), sin centrar las conversaciones exclusivamente en el dolor y sus 
síntomas secundarios. 

“No puedo desempeñar bien mi trabajo, ¿se puede trabajar con la 
Fibromialgia?” 
 La Fibromialgia es un trastorno muy incapacitante que afecta a todas las áreas 
de la vida del paciente, incluida la laboral. El problema radica en que, cómo 
se ha dicho, tenemos que adaptar el dolor a nuestra vida y eso con el trabajo 
remunerado no es tan sencillo: en ocasiones no podemos cambiar el tipo de 
trabajo, ni las horas, ni las posturas, ni podemos plantearnos el dejar de 
trabajar (básicamente por un problema económico). Aquí es donde las 
autoridades sanitarias deben saber distinguir qué grado presenta el 
paciente, qué otras enfermedades tiene asociadas, qué tipo de trabajo 
desempeña y qué ambiente social tiene (está casado, tiene hijos, etc.). 
 Desde la psicología debemos dar un punto de vista positivo, en algunos 
casos se puede trabajar con Fibromialgia (fuera y dentro de casa), pero solo 
en lo que sea posible y al propio ritmo y el no hacerlo podría aumentar 
nuestro sentido de inutilidad y bajar nuestra autoestima con lo que 
aumentaríamos de forma indirecta el dolor. 
Sin embargo cuando no se puede, las autoridades deben dar ayudas a los 
pacientes para que puedan sobrellevar su trastorno crónico de una forma 
más digna.

“No acepto la enfermedad ni sus limitaciones, ¿qué puedo hacer?” 

Cuando llevamos años padeciendo cansancio y dolor llegamos a pensar que 
es normal, hasta que llega un momento en que vemos que va más allá: algo 
nos está ocurriendo. 
 Es difícil aceptar que tenemos un trastorno crónico que nos limita. El cerebro 
tiene mecanismos de defensa para que no nos afecten las situaciones que nos 
superan y por eso es normal en un principio sentir: 
- una fase de negación (“eso no me está ocurriendo a mi”, “se habrán 
equivocado”, etc). Como hemos dicho ya, las personas afectadas de 
Fibromialgia eran anteriormente muy activas, por lo que deben cambiar 
muchos de sus hábitos de vida (aficiones, tipo de trabajo, tareas de casa, etc), 
es lógico pensar que en segundo lugar venga 
- una fase de rabia (“porqué a mi”, “no es justo”), que en la mayoría de los 
casos viene seguida de 
- una fase de hundimiento y desesperanza (“esto no tiene solución”, “no voy a 
poder”). Por suerte el cerebro se adapta a todo y al final termina en 
- aceptando lo que nos ocurre y viviendo una nueva vida, una vida con 
dolor. 
 A todo esto hay que sumar la incertidumbre anterior al diagnóstico, que 
habéis ido de médico en médico sin saber lo que os ocurría y que en la 
mayoría de los casos os han dicho que no teníais nada o que era “de 
nervios”. Eso por supuesto os agota y frustra (“encima que estoy mal lo tengo 
que demostrar”). El primer paso para la aceptación es conocer en 
profundidad lo que nos ocurre


“¿Por qué dicen que el dolor se somatiza, que es psicológico? yo tengo 
mucho dolor y es real. 

El dolor siempre es una experiencia subjetiva, dos personas llevarán el 
mismo dolor de diferente manera, incluso la misma persona en una ocasión 
puede soportar un dolor que en otro momento le invalida totalmente. La 
mente (lo psicológico) y el cuerpo (somático) tienen mucha relación. Si tu 
cuerpo está mal por un dolor crónico estás mal psicológicamente y al revés. 

Los factores psicológicos (tu estado de ánimo, tu nivel de ansiedad, la 
irritabilidad, etc) modulan el dolor, pero todo tipo de dolor, un dolor agudo 
(ej. Un dolor de muelas) y un dolor crónico como la Fibromialgia. Imagina 
un dolor muy fuerte de cabeza, lo llevarás peor si vas al hospital a visitar a 
un enfermo que si es el día de tu cumpleaños. Que el dolor  tenga en
  ocasiones un componente  psicológico, 
no significa que sea simulado. 





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